de quien mata a un gigante (1988)
Daniel Lebrato
DE QUIEN MATA A UN GIGANTE
Caja de Ahorros de
Jerez 1987
*
Sevilla 1997
DE QUIEN AMA A UN GIGANTE
Juan Cobos Wilkins
La prueba está en abril, cruel, que hace florecer a las lilas: el héroe acompañado, el exhibicionista, el cobarde, el que se desconoce a sí mismo y al otro teme, mata. O, al menos, eso finge. En los espejos. El héroe solo, el perdedor, se desmaya en los brazos de su víctima. O, al menos, eso finge. En la escritura. ¿Matar y amar no riman como las mantis verdes con las góndolas en los tres días que preceden al miércoles de ceniza?
Pero si fuese el gigante no más -¿no más?- que la propia escritura, quien le ofrece paraíso e infierno, paseo por el amor y la muerte, crimen y castigo, condenado estará a establecer con él, con ella, ‑en el hermafrodita- una relación semejante a la de Sísifo con su piedra. Y desde ese instante y su relámpago, también, consigo mismo. Pues imposible habrá de resultarle ya mirar aquel silencio y luego contemplarse aún en rumor latiendo. Quien ahí ve dos existencias bifurcadas, yerra. No lo son. Fatalmente no lo son. En uno y mismo se convierten vencedor y vencido y esencia y existencia confabúlanse para engendrarse en un gigante herido, en la herida de un gigante, la escritura. Vencido y vencedor están en idéntica sangre de palabra. Es el insomnio del escritor el sueño de la escritura, como los sueños de la escritura generan la razón del dulce monstruo, del gigante. Destruimos lo que amamos para poder seguirlo amando en la perfección de la nostalgia. Matarlo, sí, para ser de él definitivamente el ave Fénix, su quimera. No amarlo, no, porque la inteligencia poética del corazón se mueve con argucias, planea su estrategia y ataca con premeditación y alevosía pero nunca antes de conocer el resultado de su táctica triunfal: será derrotada y, por tanto, se instalará ya sin temor a ningún enemigo y por y para siempre en el corazón poético de la inteligencia de su verdugo. Camino de perfección tan misterioso... Ulises y el Cíclope tienen un mismo y solo ojo. David y Goliat única e igual honda. Y así, quien ama a un gigante se sentirá extranjero entre los suyos, nombrará con insistencia a los bárbaros, confundirá su norte con el Sur. Y acertará. Porque deslizándose en espadas y labios ‑y en dónde si no, cuando un libro es campo de batalla y a batallas de amor...-, igual que un caballero galante, baja el puente levadizo a princesas y a pajes y no lo iza a la gleba que, tras bailar un tango oído en una de esas viejas radios cubiertas por cortinillas de cretona estampada o contemplar en un cine de barrio aquella inolvidable escena, desea emocionada entrar. Que pasen... como el público de Lorca. Y entra la dama refinada y modernista y el rufián entra. Y se produce la ósmosis de vasos ‑de vino- comunicantes. Igual que H. y K. en La reina de África. Ese amor cortés y encanallado, bíblico, sólo puede cantarse susurrado con luna en la borda de un barco: la noche que me quieras. 0 gritarse a voces en un templo con eco: no sé cómo nombrarte, diríase que un ángel te inventara de pronto. Más: trastocando refranes populares o buscando fronterizas experiencias sensuales en la mutilación inocente de las palabras para que la ambigüedad de sus miembros amputados duplique el placer de los sentidos. Lenguaje en creación. Ironía burlona y amarga del arquero que confunde Esmirna con Finisterre. Y lo sabe. Y nos guiña su referencia / indiferencia cultural antes de encomendar su suerte (pues el error cometido debe pagarse, tiene un precio), ya su espíritu, en esa oración de vida del poema XXIII. Resucitar resulta menos lírico que consumarse. El sacrificio puro es el del adjetivo, no el del verbo. Tal vez por eso cuando los impuros, los secundarios, son protagonistas llega, por fin, la luz solar ‑y tanta luz, insólito crepúsculo- a los jazmines lunares.
Aunque únicamente sea por unas fugaces horas y el encantamiento se rompa a mediodía y retorne Cenicienta a su burdel y el jazmín a su pureza. El nuevo ser surgido de la derrota del encantamiento sabe que los molinos no son gigantes y quemará sus libros y salvará del incendio sólo el fuego: la escritura ardida, el humo de la palabra quemada: el quémame los labios para que mis palabras sean puras: el amor al gigante, el amor del gigante. ¿Quién, libre de pecado, arroja la primera palabra de su boca a su boca y en ella lo ama si con ella lo mata? Yo he matado a un gigante e incluso habiendo tomado la precaución de enterrarlo en la misma torre de Babel, aún así, he tenido luego que luchar todo el invierno con la virtuosa nieve que manaba sin cesar de su esqueleto. La palabra ama. Y yo he amado a un gigante y he visto cómo su sombra violeta permanecía en la nieve aún después de él marcharse y olvidar yo su abrazo. La palabra mata. La palabra ama y mata como la mantis. Pero nunca resucitar será tan lírico como consumarse.
No he visto ningún libro de caballerías
que haga un cuerpo de fábula entero con
todos sus miembros, de manera que el
medio corresponda al principio, y
el fin al principio y al medio;
sino que los componen con
tantos miembros, que más
parece que llevan
intención a
formar una
quimera
(Cervantes)
[CANCIÓN PARA PRÍNCIPES INSOMNES]
Pero ¿en qué batalla
perdió los dineros
Amadís, la Flor
de los Caballeros?
Disputan las ciudades la patria de los héroes
Bárbaro que me matas con un beso
hazme con un beso conocer mi destino
De quien mata a un gigante
y guarda, virtuoso, su cadáver
Tan cerca la frontera y tú tan cerca
Amor mío mis alas
de volar mal heridas
/ a Nadie, es decir a Ulises /
Primera Parte del Libro:
De quien mata a un gigante
[Donde se incluyen 66 episodios numerados en romano]
I
He aquí la herencia de los bárbaros
No vinieron por avenidas ni por pasos de frontera
ni observaron las leyes del Plenilunio y la Vendimia
Invadieron el templo con su lenguaje inentendible
Todo lo llenaron de invierno y de un olor
semejante al de sus cabalgaduras
No hicieron ascos a ciudades en cuarentena
ni -que se sepa- respetaron el lecho donde duerme
Ares con Afrodita
Por toda herencia nos dejaron
un camino hacia el Norte
y un Occidente interminable
II
Si alguna vez, por fin, la Tierra Firme
con qué liturgia, ceremonial, medallas
piedra o papel buscando en la memoria
memorias y epitafios
III
Roguemos a los dioses el norte perseguido
la ruta favorable y la paz tan deseada
Roguemos una forma de contarlo y luego
al árbol de la sombra más propicia
dormir hasta que sople
el viento del sur
IV
En el muelle de las tabernas el héroe escupe
a media mueca labio, cigarro y vino
Escupe sedas y naufragios, bellos rostros
de pajes y princesas
(la constancia en su cara de que el dolor existe)
Remotos horizontes, prodigios y batallas
por una noche juntos, y no el viaje
la mueca es la aventura
V
Ah muchachos impertinentes
sólo os interesa de mí esa habilidad
que sin rencor puedo llamar subalterna
esa fama que dan viejos lances retóricos
cierta fácil palabra que aprendí por las plazas
Conocéis mi nombre y domicilio
sabéis dónde encontrarme
sabéis lo que es peor
mi precio en vino
VI
Soplan vientos del norte en las tabernas
Hay un rincón donde el desahucio crece
Donde muchachos como peces abisales
suben del arrabal a herir la cáscara
de las historias, todas las historias
que son una
La de la doncella en cueros y la del paje
que contemplando su sexo se ruboriza
La de un rey de lejana corte
que hará como vosotros
por escucharme algún día rabona
VII
Se hielan por tus venas
lindo muchacho entre navíos
corrientes de aventura. Sabes
de la indecisa balanza del dolor
y la hermosura, y que en la plaza
los mercaderes echan cuentas
Otra vez miras el mar
Qué sabes tú del mar
si ya te han puesto precio en los burdeles
VIII
Si vos queréis la Senda Luminosa, el Passo Honroso
y preciosadama orgullo de la casa
y madre a dinastía
basta vencer decrépitos dragones
y justas
la ruta y la escapada hay siempre
desdichada princesa que a un rey pedir en mano
IX
Que la ciudad es contagiosa dicen
que la ciudad oscura y no amanece
sin ir a más un número deforme
de criaturas. Mi paso en la ciudad
ajeno, incompasivo
con tanto paralítico, lisiados
que no saben decirme lo que quiero
X
[DEL CANTO VIII DE UNA ODISEA APÓCRIFA]
I.
No importa lo que diga un extranjero
Suponed simplemente que el extranjero no ha llegado
y que sus palabras por tanto no existen
II.
Pongamos que una esquina, que una noche
que una botella vacía, son los feacios
XI
Ya veis que el extranjero sin túnica y sin prisas
resulta francamente apetecible
Pedidle sin temor que pose
en vuestro labio el labio deseado
A vuestro alcance el tacto de mucosas como el cielo
Gente de poco gusto y descreída
XII
I.
Mi patria no es peor que cualquier otra
Alberga, Señor, un domicilio
una familia, un voto
cada cuatro; alberga
normales convivencias ciudadá
II.
Vengo de Aquiles El de los Pies Ligeros
y dicen que me busca Uno
que se hace llamar
El de la Blanca Luna
III.
En una fecha estoy espada y doble filo
Dióscuros oscuros y Dios para qué os quiero
XIII
I.
Inquietante la credencial de tus ojos, el escorzo
de tus ojos / la exaltación de la pólvora/
la pólvora encendida
II.
Inquietante Bárbaro que me matas con un beso /
hazme con un beso conocer mi destino /
o Tu abrazo más violento me circunde /
y nombre por su nombre la Tierra Prometida
III.
Inquietantes mis termópilas / mis arcos de
triunfo tan intactos
XIV
Fue dicho:
Abriremos una época de amor en los naranjos
pero a mi vera el azahar duerme sin coraza
y aún aguarda la exactitud de tu presencia
Claudican corazón adentro
devoradores ángeles principiantes
devoratrices fieras por abrevar
el agua de todas las caricias
por escucharte aprenderían todos los idiomas
Claudican, sí, pero ‑discípulo
del rayo‑ ni el auriga aquel
que destrozaba el alba en Eritrea
ni el arquero tenso que confundió
Esmirna con Finisterre repudiarían
de su lecho a la Menor de las Asias:
esta muerte pequeña que te doy
esta amnesia benévola
y una época de amor en los naranjos
XV
I.
Alguien es tu proporción del Mal
guarda la parte
de Infierno que te ha sido otorgada
y espada o labios habrán de ser entonces
fatal resignación ceremonial entrega
II.
Dígalo, si no, el resucitado
. . . . . . . . . . . . .
Espada y labios
XVI
I.
Media palabra entonces para la paz que no existe
como media clausura de la tarde
claudicación del homicida que no existe, y es falso
como sílabas contadas de gracia o de cristal
de seda, de finísima seda
para la paz que no existe, y es falso
II.
Yo recibí las manos de las gaviotas ariscas
pasión por el cristal de criaturas muy tiernas
frágiles y enamoradas, y ningún vaso
ninguna tierra firme o continente
III.
Ariscas y gaviotas las sílabas que faltan
de seda o de cristal corona fragilísima
para mi frente es tarde para la paz
esa media palabra que pudiera salvarme
XVII
Imagínate ahora, para olvidar tu oficio
que te diviertes dándole la patria más lejana
las naves más audaces y el rostro más hermoso
a tu enemigo
Imagina la luz más cegadora
de un segundo de arena
de una bala de plata
de un descuido
XVIII
Condenado por los dioses y los juglares
desconozco las proporciones, la fatiga, el
desengaño. Inmune a la mordedura
de los días, de la noche y sus inviernos
te ofrezco un horizonte sin límites
Bésame de una vez, no seas
matándome un rutinario
XIX
Desprecia las cuentas del insomnio
y tu improbable ración en la rapiña
Botín, ninguno. Solamente unos ojos
un precioso cadáver
XX
Si pudiera elegir mi final preferido
de tu cuerpo a mi noche una daga perfecta
Más veloz quiero verte apurando este beso
amor mío mis alas de volar mal heridas
XXI
Hextermi, Hextermi
nado termina
terminad min adoro
doro hextermín
Minado doró
ohexter minador
Oh Hexterminador
XXII
[TERMÓPILAS]
Flechura de tus ojos, nube persa
si muero con el sol que ahora me prohibes
acuérdate de mí mañana cuando estés
llegando a Salamina
XXIII
O EN TUS MANOS ENCOMIENDO MI ESPÍRITU si es que sabes cómo salir con vida de tanto laberinto cómo se baja vivo de una cruz así sea para andar en boca de sacerdotes y en el sueño de lúbricos adolescentes que habrán de convertirme en dibujo de estampita triste es el destino de quien mata a un gigante PADRE.PADRE.PORQUÉMEHASABANDONADO
XXIV
Dirás metales agudos vértices
mi espada geminada
afiladísima
en la piedra dulce de los sacrificios
y en el lúpulo
ritual del sacrilegio
Dirás dobles aceros o dobles labios, nunca
el milímetro y preciso filo con que he llegado a herirte
nunca la exactitud del óxido
que tu herida en mi espada provoca
XXV
Crueldad mayor la de la carne seca
la lengua torpe y la mirada blanca
como el sexo de nieve, oh seductor
morir morir tan lejos de tus nietos
y de los hospitales
XXVI
Dueño mío, dulcísimo
rendir en ti la travesía
quemar las naves, decir
adiós a compañeros, decirles
mi renuncia a tesoros
soñados cada noche
en tu lecho, el más dulce
dueño mío, si fueras
tú lo que me ofreces
o amor lo que persigo
XXVII
No habrá laurel por enero en los sobres que vigilan la distancia de la caligrafía sin hilos
ni lacres laurel de enero caduceos de lírica carnal
ni olivo pálida escapatoria y tentación de las metáforas mensajeras
Laurel, letra perversa que sucumbe bajo idiomas más rotundos
deja que me dilate en la sala de espera que me lleva tan lejos
déjame cicatriz tierna y dócil como dicen del beso de los muchachos alejandrinos
como dócilmente contraseña de los héroes gentiles
Pero aparta de mí ese signo tan que estrangula o devuelve la vida
tan único laurel perenne con que enero corona a los derrotados
xxviii
I.
Menos frío que el frío de mi espada
deja dolor que el viaje continúe
y no hagas burla en mí ni me persigas
por este mar de olvidos y azucenas
II.
Que los hombres no lloran es sabido
y es duro el sacrificio que la ciudad impone
XIX
Si rendición no fuera penúltimo argumento
atraigan para mí plegarias la cólera del rayo
un laocoonte perfumado, y no el dolor
si rendición no fueras
Si rendición no fuera clámide para tu piel
coloso de otros mares, un dios terrible
enjuague para siempre la marca femenina
de mis ojos, para el dolor cristal
Si rendición no fueras y en el último argumento
me volviera y te mirase
XXX
[SEGUNDO MOVIMIENTO]
I.
El día que te vayas, amor, pon dulzura y apresura tu abandono
mientras tu paso es ingrávido y mi sueño aún tan creíble
aléjate como quien se aleja de quien al alba habrá de enamorarle
II.
La noche que me quieras, amor, pon dulzura y apresura tu retorno
mientras tu paso es ingrávido y mi sueño ya tan creíble
acércate como quien se acerca a quien al alba habrá de abandonarle
XXXI
De ti para mí, Princesa, las aguas bajan tristes
Ruegan por su vida en el jardín otras aguas
y es tarde y es tristeza
En vano un paje
o una paloma te buscarían
Ya en el jardín no están tus dragones recortables
tu camiseta blanca ni tus tizas de colores
No están tus ropas de mayor en las hamacas con luna
porque tampoco el vigilante, tampoco
vigilando tus pasos detrás de los cristales
De ti para mí, Princesa, tronchados por la prisa
ruegan por su vida en el jardín los geranios
Pajes y palomas
Tu zapatito allí puesto
al filo de palacio y de las doce
XXXII
Duermes
No sé cómo nombrarte
Diríase que un ángel te inventara de pronto
o que el más extraño pájaro que hollara tu jardín
te conociese
He dicho Pólux
he dicho Amor es siempre tránsito
hice discursos estúpidos en la Asamblea
No sé cómo nombrarte
Duermes
El viaje vagamente te recuerda de lejos
Diríanse las alas del más extraño pájaro
diríanse mis manos de escrituras medievales
XXXIII
Fuera nuestra vida un nudo frigio
alérgico a las vísperas alejandrinas
y poco más, Princesa
Azar del azahar
Nadie sabe para quién trabaja el tiempo
ni por qué de estar aquí tus ojos tristes
pálida lujuria serían de este abril
que llora en sus naranjos por la cópula de mayo
XXXIV
Me queda el beso profesional ya casi
la astucia de tus piernas
el estudio
de tus caderas siempre en fuga
como la aurora
mi princesita infiel
XXXV
Algunas noches, jugador, tu aliento sabe a fósforo amarillo
y a sal de orina evaporada tu sudor
envejecido y cárdeno de los metales
de los Borgia
Quién sabe por qué te abro la puerta
con qué moneda pagas todo el veneno que
litúrgica liba mi boca
XXXVI
Cuando descanse el guerrero vamos a darle
sueño de pájaros trinos sobre la cuerda del arco
almendros de brisa tierna canción de luna
un opio de futuras conquistas le daremos
Cuando el guerrero descanse habrá labios de gaviota silenciosa y
párpados de paz y aliento tan profundo tan profundo
como los ríos subterráneos que en la almohada
del durmiente susurran la traición
XXXVII
Juega con la cortina el aire y ese aire
asegura al guerrero que él ya estuvo allí
Aletea el párpado en reposo y es que
alrededor, mientras hojea sin pasión
el libro de en su mesita de noche,
planea la duermevela: abre sus alas
la duermevela y todo un bosque repentino
donde el guerrero acaricia un sexo
con fantasías de melocotones muy dulces
Pero no olvida
el corazón que la embriaguez de las sábanas
de otra tinaja viene a rebosar
de un ponche que sabe a gloria. Todo
en esos amarillos que pone octubre
sobre el rubor de los recién casados
XXXVIII
Duerme
la suavidad del vello repartido, el sexo acariciado
la frescura del alba que propicia sólo este sueño
o lágrimas dulcísimas por las alhambras perdidas
XXXIX
Sueño ese muchacho triste que ha de servirme una copa
inmaculado lo sueño cumplido en sus promesas
Levemente su voz acaricia mi tímpano y huye
qué lejos ya de todo y aún dirán que estoy muerto
XL
Cuarenta años y un día es mi condena
Oh Tadzio
no es siempre como mujer como se llora
lo que perdieron los hombres
XLI
No es bueno que en lo oscuro como luciérnagas batallen los ejércitos
ni que el sol prolongue para la sangre su trabajo en vano
estando ya mi lámpara encendida
Ahora que duerme el campamento un territorio queda entre mis uñas
y un jinete se aproxima carta de paz en mano
XLII
Saliéramos al alba al beso a toda piel es fácil
al contagioso oriente y al rocío hasta los últimos
rincones desahuciados ahora que eres joven
olvida la palabra todavía
olvídate no hay tiempo y finge
la hermosura de quien a por nosotros viene
y al alba sabe suya tan frágil como nosotros
seremos fortaleza
XLIII
Amigo las almenas nuestra boca el tiempo incertidumbre
por ejemplo este cielo familiar tu mano o escribir
aquí yace y más abajo la fecha exacta tú la sabes
a pie de muralla y de mucosa alguna vez amigo
escribir nuestros labios dados acertaron
con los árboles sagrados o el soplo del elíseo
XLIV
Torre de las tres doncellas la tarde conspirando
en la alameda un fondo de cartujas el viaje
que nos cabe alameda tan oscura y el único camino
la torre verticae
XLV
Crece en ti la cal y crece
tu callecita estrecha
linda y perdida
Zaharas y Gaucines y Gazules
Amarguras
A veces por milagro caracolas
te acercan la voz del mar
y horadan tu corazón
lindo y perdido
XLVI
Esta ciudad amé tu corazón tu boca en el abismo
de la vega tu abrazo en el postigo de la carne
murallas de tu boca tu boca en la alcazaba
Amé tu corazón nací para perderte un centinela
vigila noche y día tu torre de homenaje custodia
de tu boca y de extramuros custodia noche y día
Nací para perderme y amé tu corazón esa ciudad
donde a uno le gusta le gusta perderse
XLVII
Un duelo de jazmines o un reto en el alcázar
morir despacio el cuerpo a sorbos gotas lúcidas
morir de espaciomente un patio de naranjos
la música sinfónica y la piedra venerable
Despacio más despacio allegro ma non troppo
la calle intravenosa tu espacio y tus pisadas
XLVIII
Eres por fin la sangre de tu espada
laurel de la victoria y grito del vencido
Eres el odio que te sobrevive
y reunión de labios que has besado
Burlador de la muerte salino y luminoso
el Sol eres por fin
tus lágrimas
el Mar
XLIX
I.
Recuerda el día de la batalla de los dioses
que Dios confunda. La sangre allí
iguala los idiomas, los emblemas
las caras de la Creación y de la Muerte son iguales
II.
Así tuvo que hacerse el Mundo a tu medida
y no te quejes
Tu ruina fue la ruina de las cosas
y tu nombre siempre el nombre de Ninguno
L
Respiran siete cielos al Unísono de Oriente
dice el almuédano
mejor que tú el insomne, el descreído
Es la hora pues que arena mortifica
tu pie sobre un cigarro
en una playa lejos muy lejos de tu patria
LI
Más que abril con sus días, con su lluvia pequeña inesperada
manos tuvo la piedra, azúcar cariñosa
la higuera de la casa de las sirenas
cuyo canto -ciudadano- te ha sido dado escuchar:
"Donde siempre a las cinco", "Comemos juntos" A veces
como lluvia de abril conservas un dibujo
del rostro del olvido en la alameda
LII
Ningún otro tesoro te ha sido dado en custodia
más que los nombres alados que aprendieron
el secreto de tus días. Silencio guarden
acariciadas huellas de los cuerpos que has amado
conspirador
No caricias nuevas pentimento de octubre
entristecen memoria
pero aquella sangre dulce que fanático sorbo
derramó por tu boca un ángel exiliado
cuyo nombre custodies hasta el fin de los siglos
LIII
[TANGO DE AUSENCIA]
Navegante entre dos luces levantas en las alcobas
botellas barricadas o pájaros de Brake
pero humedad de los ojos ha de negarte tres veces
antes del alba
Vos lo sabés y sos
completamente lastimoso
Aquel tapado de armiño
te reconcilia
con el idioma que tiene
previstos todos los vocablos:
Ay, amor, si vos pudieras
LIV
Álgebra y clausura de la tarde
La ilusión juega negras Peón cuatro
dama. El pasado juega blancas
Jaque al rey
LV
[BAJO EL VOLCÁN]
Por la candela sabemos
el lugar preciso de los labios
El paso, un titubeo
El ruido solo de unos pies nocturnos
La llave. La llave
Una carta cerrada y todavía en el bolsillo
LVI
Aquella luz de las teselas grises
maleducadas por la lluvia, piedras
preciosas del regreso
fue tanta luz
Tanta luz en los jazmines amarillos
equinoccialmente exactos
puñales de amarillo de breve y corazón
Pálpitos esdrújulos
Aquel jardín ¿francés?
Luego a la noche la lámpara encendida
y el blanco de almidón donde otras veces
cuántas veces los besos y su reino
equinoccialmente degollados
jazmines
tuvieron su gotita de rocío
su idioma con la brisa
para mendigar más luz
LVII
Por entonces la sábana sagrada remota y cardinal
escénica blancura ceguera de los dientes
la inocencia por entonces exquisita pétalos
del azar la vida por entonces en los labios
aquella boca vestalmente deshojando cremalleras
LVIII
Vuelve la luz a su ciudad primera
opaco el fin de su dolor reunido
y en largos tragos como quien vive lejos
por donde en paz circula silente la aventura
Alza la copa por cuanto aún sonríe
cobijo dan sus labios al gesto displicente
y en su garganta apura la ley de toda vida
y el beso que devuelve a su antes de haber sido
LIX
Nosotros los que nunca atravesamos el umbral de las murallas
cedemos el oído a lo que el héroe nos cuenta
El héroe duerme en casa y su cansancio reconcilia
Ningún discurso inútil como el de todo regreso
LX
El brillo recupera tu copa de plata
su pasado deleite tu ropa y tus pañuelos
Bajo tu pie se ablanda un perro dócil
un escabel inútil estos años. Tiendes
hacia atrás el puente de otros días
cartas y teléfonos, agendas de trabajo
Puntual el servicio levantará la mesa
y seguiremos durmiendo en habitaciones separadas
LXI
Así fue, dirán las crónicas, tal era su mirada
De la oquedad llenar espacios ojos vírgenes
Tan sublime esculpido quién diría que ahora
mi buril titubea y hace frío en la acrópolis
LXII
Murió el hombre en edad de ser cobarde como todos
y aun así conoció la emoción y la lejanía
y una borrasca de sangre sal picó su cabeza
Murió el hombre de los papeles secundarios
dudoso de una bala sin trucos ni doblajes
en la frente del malo, y la guapa de la película lloró por él
LXIII
Si los cíclopes y las penélopes
y si el hombre de la cámara y el dólar
Estas líneas, dios mío, se ha de comer la tierra
Se perdieron dirán que los copistas, que
íntegro se conserva por milagro un manuscrito
por mil agros, dios mío, por mil argos
LXIV
Díjose entonces Dios:
Hagamos al Hombre a Nuestra Imagen
y Semejanza; y el Hombre
Subiré sobre la cumbre de las nubes
y seré igual al Altísimo
LXV
Eres joven: te convienen
la repetición del gesto esperanzado
la inocencia negligente y el oficio
gozoso de aprendiz, pero ay de ti
si al desahuciado niegas el alcohol
al creyente, la indulgencia
a tu salud
la geografía del olvido en Sancti Petri
LXVI
Sabed que con la edad el sufrimiento se inhibe
y retráctil el dolor corre a esconderse
en las hospitalarias conchas del invierno
del pecho. No me vengáis ahora
con vuestras lágrimas o adolescencias
ni remováis la máquina de la emoción
que el corazón amurallado ha sido
«Os di cuanto es preciso a mar sin prisas
que insólito crepúsculo recorre
Descanse aquí el guerrero si lo hubo
Disuélvase en lo Azul amor de sal»
Segunda Parte del Libro:
Virtuoso cadáver
[Con diez últimos episodios, numerados en arábigo]
1
[CELSO. SOUVENIRS. AÑO 178 D.C.]
Con la crisis
curiosos vienen queriendo prótesis
para el hueco mutilado de sus cristos
pechos de Santa Águeda frescos
como quesadas, huesos de santo
reliquias de Sodoma
Yo guardo para ellos la ganga
de los oficios y de las sacristías
Lo mismo el prepucio de las circuncisiones
que leche entera de Onán, pájaros
lubricantes o el amianto de los justos
Y una rara ecografía egipcia de la Virgen
2
Amores de Galatea con el hombre del monóculo
Un óculo le basta y sobra para el punto de mira
y Sinaí Yuda desciende de un carro de combate
Es cariñosa con él cuando vuelve del ministerio
estámpale un ósculo erótico en el mayúsculo insólito
y mimosha le dize mi mosho Dayán querido
De noche crece el morbo y Noé seré ditario
3
No hagáis caso a un borracho, pero creo
que los héroes futuros
pondrán el pie en la luna o darán vueltas
al ruedo o a las plazas
de mayo, qué dolor
4
Las heroínas hoy día tantas veces se resisten
Años de fiebre de asedio sobre ciudades en vano
Si el centinela se burla ha de morir aquí mismo
Total robar otro pliego o sobornar al cronista
5
I.
Acierta edad y a ciertas horas uno sabe
cuándo la paz
después de un beso es ya imposible
II,
Su nombre no es Luzbel ni Vladimir Ilich
desconoce a ese tal Borges. Puede
pensar diluvios, y está solo
6
Ah divina Penélope Bacall
adivina quién viene esta noche
y acierta después del beso
a ver si en tus brazos se te duerme
y por fin eres dueña del sueño
de quien mata a un gigante
7
En el doce Bernard de Chartres escribe los modernos son enanos encaramados en hombros de gigantes escribes y regresas pretextas inocencias o trastornos mentales transitorios escribes y regresas ciego con pistola cartero que llama dos veces criminal que siempre vuelve al lugar del crimen escribes y regresas muy siglo veintidoce mental y transitorio
8
Autores hablan del mirto y del laurel
usan del alhelí, de la mandrágora y de la albahaca
del jazmín y de la flor de almendro
Hablan del júcaro y del almizcle
dicen
que viene de los bosques del Tíbet y del Tonquín
He amado esos nombres
He amado esos nombres y he inventado
su geografía como un ciego el rostro que acaricia
9
He hurgado, ya se sabe, como un ladrón los viejos libros
y las páginas que faltan buscado codicioso
pues piensa el descreído que todo libro es sagrado
y toda obra, incompleta
Si no me interesó la conversación de los hombres
sí en cambio su escritura
Perdí mi luz
por entre líneas de polvo de luminosa fábrica
Memoria confusa guardo de larga arqueología
a veces sólo un versículo, cuatro palabras, ruido
Nunca descifré los renglones de El que todo lo escribe
y hace tiempo que aprendí
la dulcísima piedad de la mentira
y 10
Disputan las ciudades la patria de los héroes;
unas con otras pugnan, entre sí rivalizan
por demostrar que un héroe nació de sus entrañas
o, como bien menor, al menos que los huesos
del héroe yacen donde la ciudad les da culto
satisfecha. Y así, la leyenda se imprime,
se becan biografías o tesis doctorales:
todo será encontrar un parentesco sólido
entre el héroe y la historia de la ciudad, ya sea
de armas o de fe (palacio o catedral
que en la ciudad fundara), o de amores (si los tuvo
con hija ilustre) en fin. Pero a falta de idilio,
aún sobran ocasiones de mármol o de rótulo
dorado. Por ejemplo, presume mi ciudad
(tan lejos de la Mancha) de haber sido la cuna
del ingenioso hidalgo: "En esta casa antigua cárcel
real estuvo preso don Miguel de Cervantes
Saavedra". (Es de buen gusto poner la fecha en letra.
El pueblo nada entiende de números romanos)
Lema:
«HE VENIDO A MATARTE O A MORIR EN TUS MANOS»
(Luis Alberto de Cuenca)
1987-19972ª
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